Naturaleza de Picos de Europa
El Parque Nacional y Regional de Picos de Europa está enclavado en el centro de la Cordillera Cantábrica. Sus valles guardan celosos un rico patrimonio histórico y etnográfico, que hunde sus raíces en lo más profundo de los siglos pasados, entre inmensos hayedos y robledales centenarios que son el paraíso del senderista.
PINAR DE PUEBLA DE LILLO
Incluido en el Parque Regional de Picos de Europa, se encuentra situado en la cuenca alta del río Porma, en los montes de Mampodre. Su peculiaridad radica en que es uno de los últimos pinares autóctonos de la península Ibérica, cuya formación tiene más de 4.000 años.
Está poblado por pino silvestre, aunque también perviven otras especies como el haya, el roble, el serbal de cazadores, el abedul, el acebo, etc.
Está asentado sobre sustrato silúrico, principalmente cuarcitas. En los fondos de valle, especialmente en las zonas con mejor terreno, pueden contemplarse ejemplares con más de 150 años de edad, que sobrepasan los tres metros de perímetro y los 30 de altura.
La masa de pinar, como tal, se encuentra fundamentalmente entre los kilómetros 5 y 8 de la carretera que sube de Puebla de Lillo hasta el puerto de las Señales. El interior del bosque alberga además especies animales como corzos, rebecos y el emblemático urogallo. Para preservar esta valiosa masa forestal, el acceso se encuentra restringido. Es necesario solicitar permiso en la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León (Tel. 987 296 172 / 78).
SABINAR DE CREMENES
Ubicado en la ladera caliza existente entre Las Salas y Crémenes, está clasificado como Zona de Reserva dentro del Parque Regional de Picos de Europa.
Presenta dos estratos, uno superior, caracterizado por ser un bosque poco denso en el que predomina la sabina albar, mezclada con algunas encinas y quejigos, y otro inferior con abundancia de sabinas rastreras y enebros.
La sabina es un árbol dioico, lo que significa que hembra y macho se dan en distinto pie. Su copa está siempre verde, el tronco es grueso, corto y tiende a retorcerse con los años, mientras que la corteza presenta largas grietas verticales, que se desgajan en astillas, y un color parduzco. Por increíble que parezca, estos árboles echan raíces sobre la roca caliza, adoptando para ello mil formas, buscando la que mejor las permita subsistir.
La resistencia de las sabinas permitió que poblaran gran parte de la península tras las últimas glaciaciones. Sin embargo, los cambios climáticos provocaron que desaparecieran, sobreviviendo tan solo en pequeños reductos como el de Crémenes.