Museos de Picos de Europa

El Parque Nacional y Regional de Picos de Europa está enclavado en el centro de la Cordillera Cantábrica. Sus valles guardan celosos un rico patrimonio histórico y etnográfico, que hunde sus raíces en lo más profundo de los siglos pasados, entre inmensos hayedos y robledales centenarios que son el paraíso del senderista.

La Escuela de Soto supuso un hecho sin precedentes para la vida del valle de Sajambre. Fue un proyecto creado por D. Félix Martino, vecino de Soto e indiano que hizo fortuna en México.

Comenzó a construirse en 1906 y abrió sus puertas el 21 de agosto de 1907, siendo los gastos de 62.000 pesetas, costeados íntegramente por D. Félix. Las piedras y maderas utilizadas en su construcción fueron acarreadas por los habitantes de Soto, quienes participaron activamente del proceso.

La escuela fue dotada con los materiales didácticos más avanzados de la época y contó con un desarrollado gabinete de ciencias. Al edificio se accede por una escalinata de piedra.

El interior consta de dos plantas a las que se llega por un recibidor en losado de piedra negra.

En el ala derecha se encuentra lo que fue el taller de carpintería y otros oficios y más al fondo, el aula destinada a la escuela de párvulos, a cargo del maestro nacional destinado por el Estado.

En la parte de atrás del edificio está el patio cubierto donde los niños salían en sus horas de recreo. En el piso de arriba se ubica un aula con pupitres para 60 niños, donde el profesor Leonardo Barriada se dedicó a la enseñanza de los pequeños desde 1907 a 1932.

Entre los numerosos materiales con los que contaba la escuela destacan un telescopio, una radio de válvulas, una colección de minerales y rocas, planisferios, un galvanómetro, un electroscopio, un disco de Newton, un gramófono Brown, telégrafo Morse, teléfono Bell, un proyector de filminas y una biblioteca, aparte de muchos instrumentos, mapas y cuerpos geométricos de madera.

Lo más significativo de la Escuela fue su revolucionario método pedagógico que combinó el minucioso estudio de las ciencias naturales con un avanzado material didáctico. 

Está ubicado en la antigua Ferrería de San Blas, nave de  estilo neogótico que albergó hasta 1866 la lonja de forja y laminación de la primera ferrería en emplear carbón mineral (cok) en España. Cabe destacar que tanto el edificio como el entorno son los últimos vestigios que quedan en España de una instalación industrial de la época, por lo que a su valor arquitectónico se suma su interés histórico (fue declarado Bien de Interés Cultural, junto con los restos del Alto Horno en, 1991).

En su interior albergó la tecnología más avanzada de la época, con las primeras máquinas de vapor de la provincia y otras grandes maquinarias importadas de Gran Bretaña. El Museo pretende desvelar las vicisitudes de una colonia minera. En su interior expone la historia de la industria minero-siderúrgica de Sabero, desde las primeras décadas del siglo XIX, motivada por la llegada de los ingleses en 1830 que precisaban carbón para sus fábricas, hasta los años de la Sociedad Palentino-Leonesa de Minas, constructora de la ferrería.

También exhibe maquetas, audiovisuales y una exposición sobre los antiguos pobladores de la zona. El desarrollo del complejo industrial generó la creación de un auténtico asentamiento minero con construcciones propias, de estilo inglés, que aún se conservan y siguen habitadas. 

Este museo conserva una peculiar colección de elementos tradicionales del antiguo pueblo de Riaño que quedó sumergido bajo las aguas del embalse.

La exposición se encuentra dividida en áreas y épocas históricas, ayudando a la comprensión varios paneles explicativos, ilustraciones, maquetas, maniquíes y fotografías.

Una de las imágenes que da la bienvenida es un madreñero, un oficio hoy casi desaparecido, pero que fue pujante en la zona.

Otros objetos que pueden contemplarse son los que intervienen en el proceso de obtención y transformación de la leche, vital para estos valles norteños, con sus respectivas cántaras, mazadoras, mantequeras, etc.,  además de cestería, mobiliario, indumentaria tradicional, la antigua escuela, las fiestas y celebraciones (con la lucha leonesa como gran estandarte), el ramo de Navidad, las romerías y el carnaval.

La música está representada por el emblemático rabel que tanto se tocó por estas tierras trashumantes, y de las que se exhibe algún ejemplar original y alguna reconstrucción.

En cuanto al área arqueológica e histórica, el museo muestra numerosos vestigios del rico pasado de la comarca, desde puntas de flecha, piedras de sílex y útiles de caza, pesca y recolección de los primeros pobladores de estas montañas, hasta estribos, cuchillos y espadas medievales, lápidas funerarias vadinienses con sus respectivas traducciones y otros elementos de la cultura prerromana de esta zona.

Una de las joyas del museo es una réplica a tamaño natural de la típica “casa de humo” riañesa, construida con la famosa madera de horca u horcón que sustenta toda la estructura. La casa mantenía techumbre de paja y una peculiar distribución de delgados tabiques de cañizo que separaban las estancias de las personas del espacio para el ganado.

Se puede ver también la amplia cocina con el horno, cuyo funcionamiento hacía que el techo y toda la estancia estuviera ennegrecida y cubierta de una capa de hollín, de ahí el nombre de “casa de humo”, además, este tipo de casas no tenían chimenea y el humo, en parte, se escapaba por un simple agujero o ventano, aunque también tendía a llenar las estancias.