LAS CABEZADAS O “FORO Y OFERTA”
Lucas de Tuy registra que en el año 1158 una gran sequía azotaba León. El pueblo organizó una rogativa a San Isidoro, Doctor Hispaniae, sabio y santo, y el milagro se consumó: llovió copiosamente durante la procesión de sus reliquias. En agradecimiento, los gobernantes de la ciudad acudieron “voluntariamente” a la Real Colegiata de San Isidoro para entregar en ofrenda un cirio de una arroba y dos hachas de cera. El Abad y el Cabildo los aceptaron, aunque consideraron que tenía carácter obligatorio, o de foro.
Reverencias
La despedida del Ayuntamiento y el Cabildo es el momento más pintoresco de la celebración y razón por la que se la conoce como “Las Cabezadas”: canónigos y concejales se hacen reverencias, doblándose casi en ángulo recto hasta tres veces, en un ademán que arranca las risas y los aplausos del público.