Villafranca del Bierzo

Diversos utensilios e ídolos neolíticos y de la Edad del Bronce atestiguan la importancia de la población en época prerromana y romana.

La cita más antigua conocida sobre la zona es de época de Bermudo I el Diácono, por el año 791, como lugar de una batalla, librada junto al Burbia, entre los musulmanes que regresaban de Galicia y los cristianos del rey astur, quedando diezmadas sus huestes en la refriega y cediendo la corona a su sobrino Alfonso II el Casto

Aunque la leyenda relacione los orígenes de Villafranca con los vaqueiros de Tineo y Luarca que bajaban a las brañas de Valdeprado y Leitariegos, el origen más propio se asocia al monasterio de Santa María de Cluniaco donde benedictinos franceses de Cluny  se asientan en 1070 bajo el reinado de Alfonso VI.

Junto al monasterio cluniacense se fue formando un burgo de francos, peregrinos franceses que permanecerían en estas tierras y que daría el nombre “villa francorum”

A finales del siglo XII, Alfonso VII le otorgó el Señorío, situando al frente a su hermana doña Sancha. Se continuó con doña Urraca, esposa de Fernando II, rey que repuebla la villa y fecha en ella hasta veinte cartas, y con doña Teresa, esposa de Alfonso IX,

En 1486, los Reyes Católicos convierten el Señorío en Marquesado a favor de Luis Pimentel y Pacheco, hijo del Conde de Benavente, y Juana Osorio y Bazán

En los siglos XIV y XV, se desarrolló un núcleo de artesanos y una incipiente burguesía gremial que daría auge y esplendor a la villa y que iría en aumento en años sucesivos, como demuestran los importantes edificios con los que cuenta, actualmente, Villafranca.

El bello castillo-palacio de principios del siglo XVI, fue fundado por la hija y el marido de la primera marquesa de Villafranca,  Maria Osorio Bazán y Pedro Álvarez de Toledo. El edificio es un gran cuadrilátero don cubos circulares en las esquinas que posee una puerta con arco con las armas de los Toledo

La iglesia de Santiago, templo románico de finales del XII que es el edifico más emblemático de Villafranca posee una sola nave y una capilla barroca en su parte lateral. La portad norte o del perdón posee importantes esculturas en sus capiteles, resaltando la crucifixión y los tres reyes magos. En el interior atesora un valioso crucifijo del siglo XIV y una talla barroca de la virgen de las angustias del XVI. En ella, los “concheiros” imposibilitados de concluir la ruta jacobea, podrán ganar el jubileo por bula papal de 1186.

La iglesia de San Fiz de Visonia fue el tercero de los monasterios fundados por San Fructuoso de Braga en el siglo VII, aunque el actual edificio data de finales del XII.

Del edificio original de la Iglesia de San Francisco de Asís, del siglo XIII, solo se conserva el hastial oeste, el resto del edificio es del XV, incluido el artesonado policromado mudéjar con motivos góticos del interior. Esta iglesia atesora un valioso retablo mayor de estilo churrigueresco del XVII.

La Colegiata de Santa María tuvo sus orígenes en un monasterio benedictino del siglo XI. En 1529, a instancias del entonces virrey de Nápoles, se procede a la reedificación de antiguo edificio, danto como resultado el que actualmente podemos visitar y en el que destacan la gran variedad de cubiertas

La iglesia San Nicolás el Real fue fundado en siglo XVII por los jesuitas.  Destaca su monumental fachada de barroco jesuítico y en su interior el santísimo Cristo de la Esperanza, patrón del Bierzo.

Villafranca posee tres monasterios, La Anunciada de 1606, que atesora un retablo del XVII con columnas salomónicas y valiosos relieves, el Convento de la Laura cuya construcción se inicio en 1601 y el Convento de la concepción de 1541 que posee importantes retablos barrocos y neogóticos.

Pero si existe un punto de referencia en Villafranca, ese es la afamada calle del agua. Arteria por al que discurre el Camino y que forma un conjunto monumental de incalculable valor, con numerosas casonas blasonadas de los siglos XVI, XVII y XVIII entre las que destacan la de los marqueses de Villafranca y la del Obispo Torquemada, pieza única del barroco español.

Villafranca cuenta con todos los servicios que puede requerir un peregrino. Hoteles, hostales, bares, restaurante, reparación de bicicletas, banco, centro médico…

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