La resistencia y perdurabilidad de las sabinas permitió que poblaran buena parte de la Península tras las glaciaciones. Sin embargo, la mejora de las condiciones climatológicas hizo que fueran perdiendo terreno frente a otras especies, siendo apartadas poco a poco hacia lugares en los que únicamente ellas podías subsistir.
Es el caso del conocido Sabinar de Mirantes de Luna, en el que, por increíble que parezca, estos árboles echan raíces sobre la roca caliza. Adoptan por ello mil formas, buscando la que mejor les permita subsistir. Así, el verde oscuro de sus hojas se alterna con el gris de la piedra en numerosos casos.
Si se accede al bosque se pondrá comprobar como en diferentes puntos el tomillo y la lavanda lo relazan con sus fragancias o como distintos tipos de reptiles buscan el calor de las calizas.