Las murallas romanas de la ciudad de Astorga se construyeron en época Alto Imperial y fueron modificadas con el tiempo, en el siglo IV, debido a la importancia, en la red viaria del Imperio y su administración territorial, que fue adquiriendo Asturica Augusta.
Constaban de 2.500 metros de muro, que conformaban un espacio trapezoidal, con torres y cubos semicirculares.
La antigua muralla romana sufrió su primera gran intervención durante la repoblación de la zona por parte del Conde Gatón en el siglo X.
Los avatares históricos de la ciudad llevaron a la gran reconstrucción del muro defensivo, a mediado del siglo XII, por parte del Obispo Nuño, la primera de las muchas intervenciones que sufrieron a lo largo de la Edad Media y que hoy permiten contemplarla, con gran esplendor, en gran parte de sus lienzos, sobre todo los situados sobre el jardín de la Sinagoga y el paseo de la Muralla y, siendo una de las vistas más famosas de Astorga, los lienzos que se levantan tras el Palacio Episcopal.