Antes de la construcción del templo mozárabe se encontraba en este lugar un templo visigótico, destruido por las incursiones musulmanas en el siglo VIII, del que se han descubierto partes de la fábrica bajo la actual iglesia.
El actual monasterio, levantado sobre las ruinas del visigodo y aprovechando materiales del mismo, fue construido en año 912 por un grupo de monjes, emigrados al norte desde el Emirato de Córdoba, encabezados por el Abad Alfonso.
La construcción que tardó 12 meses, se concluyó en el año 913 reinando García I y se consagró el 20 de noviembre del 914 por el obispo de Astorga, San Genadio. El monasterio inició su historia con tierras donadas por el rey de León.
La iglesia es de planta basilical con tres naves, un crucero, cabecera tripartita en forma de herradura y unos iconostasios limitados por tres arcos de herradura y cancel con motivos vegetales y geométricos.
Todos los arcos son de herradura y los fustes de mármol y los capiteles han sido aprovechados de elementos romanos y visigodos.
La iglesia está cubierta con un artesonado de madera policromada, excepto en los ábsides, donde emplearon bóvedas gallonada.
El pórtico consta de doce arcos de herradura, siendo los siete más occidentales obra mozárabe del Siglo X, los cinco restantes son añadido posterior con capiteles de mayos tamaño.
La torre es románica de finales del Siglo XI, reforzada con estribos. La puerta, que se abre en el extremo oriental de la galería, da paso a la capilla de San Fructuoso, de arco de medio punto.
Destaca el ventanal que se abre en el muro oeste con un doble arco de herradura. Con la desamortización se abandona el monasterio y desaparecen las dependencias monásticas, por lo que hoy sólo restan la iglesia y la torre y capilla de San Fructuoso, estas últimas de estilo románico. En 1886 el templo fue catalogado como monumento nacional y está considerado como es una de las obras cumbres del arte mozárabe de España.