La hermosa Vega de Espinareda, es esta vez el punto de partida. Aquí pueden apreciarse tesoros como su monasterio, estrechamente ligado al origen del actual de San Andrés. No se puede señalar con exactitud la fecha de su fundación, aunque, teniendo en cuenta ciertas escrituras y privilegios antiguos, puede situarse su origen entre finales del siglo IX y principios del X, iniciándose la actual edificación, según reza en el epígrafe de su fachada, en 1778.
Una joya junto a la que también cabe reseñar el puente romano, que hubo de ser restaurado después de que el río lo derruyera parcialmente en 1959.
Visitada esta localidad se emprende el camino por la LE-712 para, tras sobrepasar el Puerto de Lumera, adentrarse ya en territorios de la Reserva de la Biosfera de los Ancares Leoneses, disfrutando de un entorno único integrado por bosques de acebo, castaños milenarios, robles, hayas y arbustos de muy diferentes especies. Flora que alberga a una no menos variada fauna, en la que destacan ciervos, corzos, lobos, cabras montesas, rebecos, nutrias, jabalíes, osos de la cordillera cantábrica, urogallos, halcones peregrinos y águilas culebreras.
Se llega así a Candín, donde se puede observar la arquitectura típica de la zona, basada principalmente en piedra y pizarra, y degustar el caldo ancarés (elaborado con su cultivo más tradicional, la berza). También resulta recomendable visitar sus fuentes minerales, conocidas como ‘Fumeixin’, cuyo camino se encuentra debidamente señalizado.
La siguiente parada obligatoria en el devenir de la LE-712 es Pereda de Ancares. Rodeado de bellísimos ejemplares de castaños milenarios, cuenta con camping municipal y ofrece al visitante un primer contacto con las pallozas y las zonas de Riu Seco y Mirandelo.
Un poco más arriba se encuentra Tejedo de Ancares, cuya entrada está presidida por un molino hidráulico restaurado hace poco tiempo. Ya en el casco urbano, su antiguo horno y su iglesia constituyen otros dos hitos dignos de mención, al igual que la cascada existente en la arboleda cercana al pueblo.
La carretera sigue picando hacia arriba hasta superar los 1.600 metros de altura en el Puerta de Ancares, que anima a realizar una parada (hay numerosos miradores señalizados) para gozar tranquilamente de unas increíbles vistas, tanto de Galicia como de León. Pasado el puerto, se llega a la campa de la Cespedosa, donde la carretera se divide en dos, a la izquierda dirección Suárbol y a la derecha hacia Balouta, que es la seleccionada en esta ocasión. Se trata del pueblo que mayor número de pallozas conserva en la zona y también del último perteneciente a la provincia de León, lo que lo convierte en el final de la ruta.
Recorrido
Vega de Espinareda, Candín, Pereda de Ancares, Tejedo de Ancares, Puerto de Ancares y Balouta.