El más occidental de los valles cantábricos leoneses, Laciana, fue incluido en la Red de reservas de la Biosfera en 2003. Íntimamente vinculado a la cuenca del Río Sil, éste da lugar a zonas de vegetación y bosques en el valle, mientras que a más altura van alternándose zonas de matorral con las brañas.
Se crearon estas verdosas áreas de prados ganándoselas al bosque, como lugares de pasto para el ganado de las poblaciones vecinas. Aunque el nombre proviene del latín “verania” (lugar de pastos estivales), ya en cuanto la primavera lo permitía, se iba subiendo a las brañas el ganado.
Además, en ellas se construyeron “cabanas” (construcciones de piedra, mortero y pizarra), además de corrales o cercados para el cuidado de los animales. Algunas de esas construcciones siguen en pie, como refugios que pueden encontrarse haciendo montañismo o caminando por los montes.
Llegado mayo o junio, familias enteras se desplazaban a la braña con sus animales y enseres y pasaban allí el verano, hasta que el mal tiempo los empujaba de nuevo al valle. Como auténticos pueblos en altura, cada familia tenía su cabana y sus fincas, que los brañeiros se encargaban de mantener.
A lo largo de todo el valle de Laciana encontraremos numerosísimas brañas con nombres tan pintorescos como Chabiadas y Felisa (en Robles), Buxonte y Las Espiniechas (en San Miguel), o Fleitina y Piliecha (en Caboalles de Arriba).
Cada pueblo tiene cerca una o varias, situadas entre los 1.200 y 1.600 metros de altura, en las que encontramos estos prados frescos para caminar durante todo el año.
Podemos encontrar numerosas rutas que las atraviesan, si bien hay una específicamente listas de “Rutas por las Brañas” con recorridos que nos harán caminar por sus pueblos y prados. Todas ellas nos darán ese sentido y recuerdo de la vida ganadera tradicional de la comarca, como parte intrínseca de la identidad cultural de sus poblaciones.