A la prosperidad económica alcanzada gracias a la agricultura, sobre todo con sus preciadas vides, se le debe buena parte del patrimonio artístico de Villar de los Barrios.
Las familias enriquecidas con el comercio del vino dejaron patente esta buena fortuna en sus casas solariegas, de manera que el tiempo no hiciera mella en su fama.
No son pocas las casas blasonadas en Villar de los Barrios. Se pueden enumerar a modo de ejemplo, la Casa Batán, la Casa de los Carral, la Casa Burillo, la Casa de los Capelos, la Casa de los Carrera… En muchas de ellas se repite un patrón arquitectónico común ya que cuentan con escudos familiares y hermosos balcones.
Usualmente tienen patios interiores y, en algunos casos, bodega.
Las construcciones populares, aún no siendo tan vistosas, están dotadas de un encanto peculiar. Son, por regla general, viviendas de gran tamaño, edificadas de manera sólida y con tejados de pizarra. En sus dos plantas convivían arriba las estancias familiares y abajo las cuadras y espacios para útiles agrícolas así como el almacenaje.
Dentro de la relación de tesoros artísticos de Villar del Río, su patrimonio religioso ocupa un lugar especial.
A la entrada del pueblo se encuentra una ermita del XVII, cuya portada de estilo neoclásico, de 1627, fue restaurada en 1830. Precisamente la fachada norte del templo acogía a los feriantes que acudían a su fiesta de septiembre, gracias a un pórtico que allí se encuentra.
Otro edificio religioso llamativo es la Iglesia de Santa Colomba, construida en el XVIII, entre 1723 y 1757 con planta de cruz latina y una cúpula sobre pechinas en el crucero.
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