Esta villa Maragata, la más conocida y visitada por los turistas, es el ejemplo más claro de lo que en tiempo fue un auténtico pueblo arriero, cuyas gentes se dedicaron, casi en exclusiva, al comercio entre las costas Atlánticas y Cantábricas, con la Meseta y la capital de España, gozando de gran influencia entre los siglos XVI y XIX.
El pueblo se conserva, prácticamente, en su estado original del siglo XVI, tras la reconstrucción del mismo, en otro emplazamiento, por la destrucción de la villa medieval por una riadas.
Todo Castrillo posee construcciones en piedra, y lo que más llama la atención es la carencia de asfaltado en sus calles, ya que en su totalidad están empedradas.
Todas las casas de la localidad poseen entradas de carros, de mayor o menor altura, según la importancia comercial de la familia, en arco para los grandes carros, y adinteladas, para los carros de menores proporciones.
Además, las viviendas de Castrillo se caracterizan por poseer patios internos donde se organizaban las casas e, incluso, las mercancías; y algunas grandes bodegas.
En esta típica localidad, la famosa escritora Concha Espina ubicó su novela “La Esfinge Maragata”, rebautizando en ella al pueblo con el nombre de “Valdecruces”.
Para descubrir el pueblo
¿Qué opinan los viajeros?
Se trata de uno de los Pueblos Bonitos de España.
Conserva las casas de antes, calles empedradas