La ruta propone un recorrido por el curso medio y bajo del valle del Duerna, La Valduerna, donde las lomas se transforman en llanuras y los montes de roble y encina alternan con los cultivos.
El suelo rojo de arcillas terciarias, provenientes de las avenidas de grandes ríos ocurridas hace millones de años, arrastró consigo partículas de oro que también aquí los romanos buscaron con avidez.
También esta ruta parte de la ciudad de (1) Astorga, repleta de un rico patrimonio que no debe dejar de visitarse, ni de probar un buen cocido maragato, con la tradicional forma de servir la sopa al final. Completada la visita, se pondrá rumbo a (2) Santiagomillas, acogedora localidad merecedora de su declaración como Conjunto Histórico Artístico. Es uno de los pueblos maragatos más aferrados a la tradición arriera de sus gentes, que ha sabido mantener su sabor tradicional, sus lucidas casas de grandes portones y altos muros, detrás de los cuales se abrían amplios patios empedrados, con distintas dependencias para guardar mercancías, almacenar productos y cobijar las recuas de tiro. En el pueblo destaca la lujosa casona del afamado “maragato Cordero”, el rico empresario dedicado también a la política, que tanto renombre dio a la comarca.
No se debe abandonar el pueblo sin acercarse a la iglesia, en la que se intuye traza románica del siglo XIII; ni al museo de la Arriería Maragata, a la torre del reloj o a la bonita fuente de sillares de piedra situada a las afueras.
El siguiente hito es (3) Destriana que, sin duda, sorprenderá al viajero. Es un pueblo grande, en el que hay que ir descubriendo poco a poco los tesoros que oculta, como el interesante conjunto de pozos distribuidos entre el caserío.
El pueblo tiene su origen en “el Castro”, donde se han encontrado evidencias prerromanas y romanas; pero su joya más preciada se guarda en la iglesia del Salvador, de factura románica popular del siglo XII, en cuyo ábside exhibe dos preciosas ventanas de estilo mozárabe, que posiblemente procedieran de la abadía de San Miguel que aquí debió existir a principios del siglo X.
Luego, tras pasar Castrillo de la Valduerna, pronto se llega a (4) Tabuyo del Monte, que se consolida como referente local.
Próspero y laborioso, supo sacar rendimiento a los extensos pinares que ocupan sus montes gracias al aprovechamiento de la resina, pero ahora son las setas uno de sus principales reclamos. Dos centros de interpretación acercan el mundo de los hongos y la miel a los visitantes, que pueden también conocer la iglesia de Santiago, que a la vez es santuario del Santísimo Cristo, y junto a ella, la fuente del Cristo a cuyas aguas se atribuyen propiedades curativas. Una réplica del ídolo de Tabuyo recuerda el antiguo poblamiento de la comarca, reforzado por otro conjunto de petroglifos que solo son visibles cuando el embalse de Valtabuyo está bajo.
Desde Tabuyo se puede subir a Priaranza de la Valduerna y Villar de Golfer, donde la minería romana se evidencia en el paisaje de cárcavas rojas resultado del laboreo en las grandes minas de Las Moraceras y Los Abanicos. Pero es necesario regresar a Destriana, para desde allí dirigirse a Villamontán de la Valduerna. El paisaje cambia por completo y de zonas serranas con cantiles rocosos y laderas pobladas de pino, se pasa, en apenas unos kilómetros, a una vega agraria y fértil favorecida por el río Duerna y el arroyo de los Peces.
Quedan por el camino pueblos pequeños como Robledo y Robledino; otros como Villalís guardan la memoria de un castro. Villamontán, cabeza del municipio, tiene alguna casa blasonada. Merece acercarse a (5) Fresno de la Valduerna, con su bonita iglesia del Santísimo Salvador, algo solitaria, y la “Torre Vieja” que, en el paraje de Los Villares entre campos de cultivo, soporta orgullosa el paso del tiempo, aunque siga sin aclararse si se trata de una torre romana del siglo II, de los restos de una fortaleza musulmana o de la torre de la iglesia de un pueblo desaparecido. Y desde luego a (6) Castrotierra, donde en un alto ya ocupado en la Edad de Hierro, se venera a Nuestra Señora del Castro. Con motivo de las rogativas, Castrotierra congrega una de las celebraciones populares más vistosas y más sentidas de todo el suroeste leonés. Ahora, el centro de interpretación de los pendones acerca a los visitantes a este símbolo de la identidad leonesa. La ruta finaliza en (7 ) La Bañeza, una villa moderna y dinámica, con una amplia oferta de servicios. En ella no deben dejar de visitarse el conjunto de casas modernistas, ni la Piedad de la iglesia de Santa María, atribuida al escultor Gregorio Fernández; tampoco sus museos y centros de interpretación .