La villa celebraba su devoción a la Virgen de Gracia en esta ermita, enclavada en la parroquia de San Lorenzo.
Probablemente, el antiguo edificio databa de finales del siglo XIV, y la imagen de su patrona comenzó a venerarse en esa misma época.
Era un edificio pobre y pequeño, de planta rectangular, de tapial y adobe. Al desaparecer la iglesia y parroquia de San Lorenzo, la ermita pasó a ser “hijuela de Santa María” en 1787. La construcción fue subsistiendo a duras penas y deteriorándose con el paso de los años, hasta llegar a un estado casi ruinoso, inhabilitándose ya para el culto.
El edificio actual es rectangular de una sola nave, con dos partes bien definidas, el cuerpo principal del santuario y gran capilla del presbiterio, con bóveda de aristas. Posee un esbelto campanario que hace de fachada, y una entrada en arco, en su interior cuenta con una gran iluminación gracias a ocho ventanales con cristales emplomados en colores.