La Domus del Mosaico debió pertenecer a una familia muy acomodada de Astúrica Augusta, lo que se denota por sus dimensiones y por contar con una pequeñas termas de uso exclusivamente familiar.
Los restos arqueológicos conservados tienen una cronología que arranca en el Siglo I y finaliza en la primera mitad de la cuarta centuria, y debieron estar dispuestos en torno a un gran patio con columnas.
Las estancias diferencian sus usos debido a la importancia de los materiales utilizados en la pavimentación de las mismas, morteros de cal mezclados con fragmentos de ladrillos en dormitorios y servicios, ladrillos colocados en forma de espina de pez para despachos y comedores, y mosaicos en las salas principales de reunión y audiencias, como el salón.
Los restos encontrados en las excavaciones muestran las pinturas murales, con motivos vegetales, con las que debieron estar decoradas las estancias.
Pero por lo que es más conocida la Domus, y a lo que debe su nombre, es a los magníficos mosaicos que se conservan. En el salón de recepciones uno denominado “del oso y los pájaros” dedicado a Orfeo como demuestran los medallones, dispuestos radialmente, con motivos animales característicos del mito y misterios Órficos.
El mosaico completa su decoración a base de pequeñas teselas de piedra caliza, con escenas alegóricas del otoño representadas a través de ramas y racimos de vid picados por pájaros.