La tradición chocolatera ha echado raíces en Castrocontrigo de manos de la firma Santocildes, una fábrica de artesanal con casi cien años de trayectoria y tres generaciones de maestros chocolateros.
Toda la comarca maragata guarda una estrecha relación con la transformación del cacao.
En esta localidad, un emigrante recién regresado de Argentina sellaba los lazos con el chocolate con la fundación de un negocio familiar en 1916 que hoy regentan sus nietos.
El modo de entender este oficio y la rúbrica de la casa en la forma de hacer ha pasado de generación en generación. Un sistema de fabricación artesanal de una variada y selecta gama de productos que se sirve de las mejores materias primas.
Todavía hoy apuestan por usar parte de la maquinaria de antaño para preservar la esencia. Tan estrecha relación entre la villa y el chocolate queda plasmada en el Museo del Chocolate de Castrocontrigo, donde se exhibe la diversa maquinaria tradicional y se explica el proceso de elaboración. La selección de la materia prima, la mezcla del grano y el tueste determinan el resultado de un buen producto. Por ello utilizan leña de urz y piñas para separar la cáscara del fruto sin llegar a quemarlo. Luego se muele el grano en un molino de piedras de granito calientes para conseguir la fusión de los ingredientes en tan apreciado líquido marrón que exige cuidar muy bien las temperaturas de trabajo.