Asentada en la fértil vega del río Órbigo, la localidad de Carrizo de la Ribera puede deber su nombre al general romano Carisio, uno de los hombres fuertes, del imperio, que lucharon contra los Cántabros.
Carrizo ve fundar su monasterio en el siglo XII por el mecenazgo del Conde Ponce de Minerva y Doña Estefanía, su esposa.
Enviudada doña Estefanía, tras la muerte de su marido en 1174, ingresa como abadesa en el recientemente fundado monasterio cisterciense. De esta primera época, el edificio conserva la portada románica y tres ábsides.
El resto del monasterio, además de su iglesia, sufrió diferentes cambios y reformas durante los siglos XVI y XVII.
En su interior el monasterio conserva un importante artesonado mozárabe en su sala capitular, bellos esgrafiados e importantes piezas artísticas como la escultural de Santa María la Real, el Crucificado del siglo XIV, o la Virgen del Villar del siglo XI.
La pieza más representativa y conocida del monasterio, el magnífico Cristo de Carrizo tallado en marfil, del siglo XI, se expone en la actualidad en el Museo de León. Otra obra de gran importancia perteneciente a esta orden y que se expone en el museo de la Catedral de Astorga es el Arca de Reliquias del siglo XII.
El monasterio cuenta con una bonita leyenda que reza que “el conde, vuelto de un cautiverio en tierras musulmanas, peregrinó a Santiago y se detuvo en el hospital del monasterio de Carrizo, edificado por su esposa durante su ausencia. La propia condesa le atendió y le lavó los pies. Cuando él la reconoció hizo la promesa de levantar otro monasterio: el de Sandoval”. Cierta o no la leyenda, lo que es seguro es que ambos monasterios tienen lazos artísticos comunes, sobre todo en sus portadas eclesiales.