La Iglesia del Salvador sienta los orígenes de la ciudad. En torno al monasterio del siglo IX que precedió a esta edificación, dedicado también a San Salvador, fue tomando forma el asentamiento, lejos de lo que es actualmente el centro urbano y en plena Vía de la Plata
El monasterio fue reducido a ruinas a finales del siglo X y reconstruido entrado ya el XI para, con las reformas de los siglo XVI y XVII, presentarse tal cual lo hace hoy, una construcción de tres naves.
Del primitivo edificio románico tan solo conserva parte del ábside.
La torre, cuadrada y robusta, data de 1681 y ocupa el lugar de otra anterior que se cree, pudiera ser también de origen románico.
La portada luce un estilo renacentista, sujeto a las premisas de la corriente plateresca propias del año 1595, año en el que fue levantada sobre otra más antigua.
Admirado el exterior, no menos riqueza alberga su interior.
Destaca su retablo principal, obra del bañezano Francisco de Rivera, de estilo barroco y sobre el que se apoya la imagen titular de la iglesia, El Buen Pastor o Salvador, de Lucas Gutiérrez, de 1659.
Asimismo sustenta las ocho pinturas sobre tabla de Felipe Gil de Mena datadas en 1653). El interior alberga asimismo una pila bautismal del siglo XVII y, en el suelo, todavía se ven los sepulcros de los monjes que habitaron el edificio.