La ciudad de La Bañeza, capital de la comarca que adopta el mismo nombre, ve reflejada en su fisonomía el paso del tiempo y su evolución.
Así, el ágora bañezana preserva el recuerdo de los años de crecimiento y renovación que se vivieron a principios del pasado siglo. Construcciones de corte modernista, edificios de hasta tres plantas de ladrillo o de piedra con balcones de hierro y motivos propios de la época inspirados en la naturaleza.
Viviendas particulares que constituyen, según los expertos, una de las muestras más importantes de la arquitectura de los años veinte y treinta del pasado siglo, y según la evidencia, uno de los mayores atractivos de la ciudad.
La Plaza Mayor de La Bañeza no es el único escenario en el que se muestran estos edificios modernistas que visten también vías como la calle Astorga, la avenida Vía de la Plata, la calle del Reloj o la de Juan de Mansilla.
Como tampoco son solo viviendas las que preservan este estilo arquitectónico, sino que también está plasmado en infraestructuras como la Fábrica de Harinas o el Teatro Pérez Alonso.
Lo que sí es cierto, es que llama la atención la concentración de los mismos en el recinto de la Plaza Mayor.
El año 1920 se revela como provechoso en construcciones residenciales de este estilo rompedor y singular que vistió de elegancia la plaza de la localidad, epicentro de la vida bañezana y lugar donde antiguamente se realizaban los mercados.
Estos edificios modernistas evocan la transformación experimentada por esta ciudad que aprovechaba su tradición agraria para levantar una industria que impulsó un importante desarrollo.